En la ocasión, participaron 54 hermanas y hermanos del Camino Neocatecumenal, quienes renovaron solemnemente sus promesas bautismales.
Revestidos con túnicas de lino blanco y con gran gozo espiritual, medio centenar de integrantes del Camino Neocatecumenal llegaron la noche de este sábado 8 de abril hasta el templo Catedral de La Serena, con ocasión de participar en la Vigilia Pascual, acto culmen de la Semana Santa en la que, bajo la luz de las velas, se espera el anuncio de la Resurrección de Jesús.
Y es que con las luces del templo apagadas inició la celebración, momento en que el Arzobispo René Rebolledo Salinas bendijo y encendió el Cirio Pascual, iniciando la procesión de entrada en compañía de las hermanas y hermanos del Camino Neocatecumenal, quienes transmitieron la luz de Cristo a sus familias y las numerosas personas que participaron de la especial Eucaristía.
En su homilía, el Pastor junto con agradecer al Camino Neocatecumenal, a sus catequistas que los han acompañado en este camino de profundización en la fe y en la vida de la Iglesia, destacó lo admirable que resulta “el actuar de Dios Padre en la historia de la Salvación. Él ha resucitado a su Hijo Jesucristo, porque es Dios de vivos y no de muertos, ama la vida y es amante de la vida. Él es la fuente y origen de toda vida. ¡Dios ha resucitado a su Hijo Jesucristo!”.
Posteriormente, hizo hincapié que en esta celebración un “gran gozo colma nuestros corazones, dado que es el día por excelencia como afirma el salmista: Es el día que hizo el Señor”, agregando que “la resurrección del Señor es el mayor tesoro de nuestra fe. Procuremos anunciar este misterio de nuestra fe a las hermanas y hermanos de camino. ¡Qué todos puedan experimentar este inmenso gozo!”. Al concluir su mensaje en la Eucaristía en que el Pueblo de Dios, a través de los signos de la luz y el agua, renovaron sus promesas bautismales, Mons. Rebolledo junto con agradecer “la fidelidad de los fieles y el acompañamiento al Señor en esta Semana Santa”, manifestó la “cercanía de la Iglesia a cuantos están sufriendo -corporal o espiritualmente- que encuentren en Cristo resucitado fortaleza y esperanza para proseguir el camino de la vida. Si el Resucitado nos precede, va adelante… ¿Qué podríamos temer?”.