l Con motivo de participar en la denominada Jornada de Oración, fieles y peregrinos llegaron hasta el principal Santuario de la Arquidiócesis de La Serena.
El Santo Rosario, mascarilla, alcohol gel, protector solar, agua y mucha fe, cargaron en sus mochilas al alba de este domingo 26 de diciembre, los peregrinos de la Virgen del Rosario de Andacollo, con la motivación de acudir al Santuario de la Chinita y participar de la Jornada de Oración que se programó ante la suspensión de la tradicional Fiesta Grande.
Luego de dos horas de presentación de los Bailes Religiosos que se dieron cita en la ocasión, tuvo lugar en el frontis del templo parroquial la Eucaristía Solemne que presidió el Arzobispo René Rebolledo Salinas.
Re-coronación de la Chinita
Durante la jornada, se conmemoró el 120° aniversario de la Coronación canónica de Nuestra Señora del Rosario de Andacollo, razón por la cual se quiso revivir el acontecimiento. Fue así que la familia Galleguillos Monroy, provenientes de Paihuano, hizo ingreso portando las dos coronas originales que se utilizaron en 1901, por autoridad del papa León XIII y del Obispo de aquel entonces, Mons. Florencio Fontecilla.
“Nos sentimos orgullosos y felices. Le pedimos a la Chinita que nos mantenga con harta salud y poder seguir adelante, especialmente a quienes se encuentran con alguna enfermedad”, manifestó la familia luego de llevar las coronas hasta el altar.
Fue el P. Adam Bartyzol, Rector del Santuario andacollino, quien puso sobre la cabeza de la imagen del Niño Jesús la pequeña corona, indicando que “esperábamos con mucha añoranza este momento tan solemne. Estamos unidos en la oración familiar, agradeciendo a nuestro Salvador por nuestra Madre y por este Belén que se convierte hoy Andacollo, donde Dios se encuentra con mucha pobreza de nosotros, tanto espiritual como material, pero por sobre todo esa gran necesidad que tenemos de recibir un abrazo de Él, su misericordia y perdón”.
En tanto, el Arzobispo fue el encargado de coronar la imagen de la Virgen, lo que catalogó como “un acto muy emotivo, contemplándola como Reina y Madre. Hemos tenido presente que reinar es servir. Ella está en medio nuestro como su Hijo, sirviendo, ante todo a Él, luego a todos nosotros. Así lo ha manifestado en el misterio de la Anunciación, también acompañando a su Hijo, desde su concepción y hasta la muerte en cruz. Nos está cerca también a nosotros, los discípulos de su Hijo, siempre con sentimientos de madre y servidora, intercediendo por todos”.
Hoy he vuelto Madre
Gran emoción se percibió desde muy temprano en la plaza de Andacollo, bajo un abrasante sol, que no fue impedimento para que integrantes de los Bailes Religiosos manifestaran su fe a Dios y a la Virgen con sus instrumentos y danzas. Y es que tras una larga ausencia, producto de la pandemia, retornaron hasta la Montaña Santa para venerar a su Madre. “Es una gran alegría el volver a encontrarnos después de tanto tiempo, especialmente por las dificultades que presentó la pandemia. Gracias a Dios y a la Chinita como agrupaciones de Piedad Popular no hemos sufrido la pérdida de ningún integrante, pero nos unimos en el dolor de quienes si han vivido el fallecimiento de un ser querido. Vivimos esta jornada con la esperanza de que próximamente podamos tener una fiesta en normalidad”, expresó el Cacique General, Jaime Guerrero.
Presentes, también, los Anderos de la Virgen de Andacollo, quienes tuvieron la posibilidad de volver a cargar la sagrada imagen hasta el atrio del templo. Entre ellos, Juan Marín, oriundo de Coquimbo y que por más de 40 años ha realizado este servicio. En la ocasión, portó uno de los estandartes que donó el Emperador de China hace 120 años en honor a la Virgen de Andacollo. “Es una misión muy especial acompañar la imagen de la Virgen y recibir su bendición. Ha sido un momento muy emotivo poder retornar a este Santuario, por lo que me siento muy agradecido”.
Mensaje del Pastor
Durante su homilía, Mons. René Rebolledo destacó que la peregrinación de hoy “es una ocasión privilegiada para reanimarnos en la esperanza. Acogiendo su amor de Madre y manifestándole el nuestro -de hijos suyos- volvamos a nuestros hogares llevando la bendición de su Hijo, también la certeza de que Ella intercede por nosotros, especialmente en el desafío de proseguir edificando nuestras familias sobre el fundamento del amor, defendiéndolas también de antivalores a los cuales la cultura actual las expone y cimentándolas cada vez más en los valores trascendentes”.