Las diversas acciones por fortalecer esta actividad están enfocadas en la tecnologización y las exigencias sanitarias.
Pocas actividades productivas poseen tanta identidad local como la crianza caprina en la Región de Coquimbo. La participación regional en esta actividad económica es preponderante, concentrando el 70% de las cabezas de ganado a nivel nacional, con un total de 310 mil ejemplares, según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) (2017).
Si bien, la producción local da espacio a los productos cárnicos, el 76% de los productores se dedica exclusivamente al queso de cabra, por lo cual la oferta de este producto es rica en sabores, aromas y texturas.
En cuanto al nivel de desarrollo de la industria regional, la totalidad de esta actividad se lleva a cabo de forma artesanal, en manos de personas naturales, agrupados en cooperativas agrícolas, distribuidas según su comuna de origen. Cada negocio representa, en la mayoría de los casos, un proyecto familiar con dedicación a tiempo completo que obliga a los productores a asentarse en sectores alejados de la ciudad, en búsqueda de los mejores pastos para sus animales.
Por su parte, la cabra criolla tiene su origen en la cabra española, las cuales se han adaptado a este territorio, el cual se caracteriza por la escasez hídrica, las altas temperaturas y que le exige recorrer extensas distancias en búsqueda de praderas naturales.
Beneficios nutricionales
La nutricionista, Roxana Lobos, respalda las propiedades alimenticias del queso de cabra, argumentando que “el queso de cabra resalta por ser de muy buen valor nutricional y fácil digestión, debido al pequeño tamaño de sus glóbulos de grasa y efecto buffer. Además, posee un mínimo potencial alergénico comparados con el queso de leche de cada. Es justamente por esto que su consumo se recomienda para infantes y personas mayores, inclusive a personas con enfermedades asociadas a alergias alimentarias”.
En cuanto a cómo incorporarlo a la dieta regular, la profesional explicó que “las opciones son infinitas. El queso se puede consumir no solo en aperitivos, sino que en forma cotidiana, en el desayuno u once, con pan, en forma de postres, en ensaladas, gratinado sobre mariscos, guisos y guarniciones”.
Los desafíos de la industria
La gestora del Programa Territorial Integrado (PTI) Caprino, Ingrid Haselbauer, explicó que “nuestro apoyo se concentra en tres vertientes. La primera apunta a elevar el nivel tecnológico de los artesanos queseros y productores de carne; materializado en capacitaciones, seminarios, programas de desarrollo de proveedores y la entrega de material técnico”.
La encargada continuó manifestando que “una segunda vertiente apunta a que los productores optimicen su infraestructura productiva, donde los apoyamos con la búsqueda de capital y la obtención de sus resoluciones sanitarias y así formalizar y potenciar el rubro”.
Finalmente, indicó que “una tercera vertiente de crucial importancia para nosotros es la generación de demanda de los productos caprinos, para esto hemos ejecutado un plan de difusión de sus propiedades nutricionales, mediante las plataformas digitales, los medios de comunicaciones y participando en ferias abiertas al público”.
Por su parte, Gregorio Rodríguez, director regional de Corfo, agregó que “sabemos la relevancia de esta actividad económica en la región y conocemos también lo difícil que ha sido para los crianceros resistir los efectos de la sequía. Programas como el PTI Caprino, apoyado por el Gobierno Regional a través del Programa Gestión Territorial de Zonas Rezagadas, son fundamentales para trabajar codo a codo con los productores y cubrir sus reales necesidades”.
Para profundizar en la historia, evolución y actual escenario de la industria caprina en la Región de Coquimbo, se puede visitar las redes sociales del PTI Caprino, donde se encuentran como @pticaprino y descargar el «Libro del queso», una publicación realizada en el año 2018, de forma conjunta entre Corporación de Fomento a la Producción (Corfo) y el Instituto Nacional de Desarrollo Agropecuario (Indap).